NO ME AVERGÜENZO DEL
EVANGELIO DE JESUCRISTO
Con nuestra confianza
puesta en Dios, nos lanzamos a la aventura de la predicación del Evangelio, una
verdadera lucha entre el Bien y el Mal. Lo que nos impulsa es el celo apostólico,
el celo de almas, sin más intención que la Gloria de Dios y el bien de las
almas. Sin impurezas ni errores ni engaños. Sólo con la fuerza del Espíritu
Santo. Lo que buscamos es agradar a Dios y nunca a los hombres.
Confiados en nuestro Dios,
tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas.
Nuestra exhortación no procede del error, ni de la impureza ni con engaño, sino
que así como hemos sido juzgados aptos por Dios para confiarnos el Evangelio,
así lo predicamos, no buscando agradar a los hombres, sino a Dios. (1Ts 2, 2b-4)
La fe viene de los que se
escucha.la Palabra de Dios (Rm 10, 17) La fe engendra la esperanza que, a su
vez, se despliega hacia la caridad: “De ahí que también por nuestra parte no
cesemos de dar gracias a Dios porque, al recibir la Palabra de Dios que os
predicamos, la acogisteis, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad,
como Palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes.” (1 de
Ts 2, 13) Nosotros, por el contrario, que somos del día, seamos sobrios;
revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de
salvación.(1 de Ts 5, 8) Las tres forman una unidad indivisible para ser la “Llave
para entrar y permanecer en el Cielo.
El Mensaje que Pablo
predica es el mismo mensaje de los Apóstoles: Qué Cristo, el Hijo de Dios, es
la Buena Nueva que nos dice que el Dios vivo y verdadero es un Padre que se
preocupa de nuestra salvación, y a todos ama. Que nuestro Dios es Amor
incansable, inabarcable e infinito. Qué es Perdón y Misericordia que perdona
todos nuestros pecados, los grandes y los chiquitos, perdona lo mucho y lo
poquito. Qué es Libertad, es el totalmente Otro, que libremente nos creó de la
nada, nos dio herencia, permite que salgamos de su Casa para ir a malgastarla y
luego va a buscarnos para luego organizar una fiesta si nos decidimos a volver
a Casa. Todo lo hace en Cristo y por Cristo. Por eso Pablo nos dice:
Hermanos: Os quiero traer
a la memoria el mensaje evangélico que os prediqué; el que abrazasteis, el
mismo en que os mantenéis firmes todavía y por el que estáis en camino de
salvación. En primer lugar os comuniqué el mensaje que yo mismo recibí: Que
Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y fue sepultado;
resucitó al tercer día y vive, según lo anunciaron también las Escrituras.
(1Co 15, 1-2a. 3-4) Y, “No me avergüenzo del Evangelio; es, en verdad,
poder de Dios para salvación de todo el que crea, primero de los judíos y luego
de los gentiles. Pues la justicia de Dios se revela en él de fe a fe, según
está escrito: «El justo vivirá por la fe.»” (Rm 1, 16-17)
Comparte valientemente
conmigo los sufrimientos por la causa del Evangelio, apoyado en el poder de
Dios, que nos ha salvado y nos ha llamado con santa llamada, no según nuestras
obras, sino según su propio propósito y su gracia, que nos dio con Cristo
Jesús. (2Tm 1, 8b-9) La gracia de Dios no es barata, es carísima. Es Dios mismo
que se nos ha dado en Cristo y en el Espíritu Santo. Así lo entiende el apóstol
que nos dice: Más aún; nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que
la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud
probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. (Rm
5, 3- 5) La Gracia de Dios son las Virtudes teologales que son presencia de Dios
en nuestros corazones.
Damos gracias a Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento, rezando por vosotros, al
oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que tenéis a todos los
santos, por la esperanza que os está reservada en los cielos, sobre la cual
oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena Noticia, que se os hizo
presente, y está dando fruto y prosperando en todo el mundo igual que entre
vosotros. (Col 1, 3b-6ª)Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la
Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que
no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en
mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes
en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre
los enfermos y se pondrán bien.» Con esto, el Señor Jesús, después de
hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron
a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la
Palabra con las señales que la acompañaban. (Mc 16, 15- 20)
Toda la Iglesia es
enviada, es misionera, existe para evangelizar. Evangelizar es sembrar el Poder
de Dios en el corazón de los hombres. Evangelizar es anunciar a Cristo, la
Buena Nueva. Es decir a los hombres que Dios existe, que es un Padre compasivo
y misericordioso que nos eligió en Cristo desde antes que el mundo existiera
para estar en su Presencia y nos ha destinado a ser adoptados como hijos suyos
(Ef 1, 4- 5) Que Dios Amor inabarcable e infinito. En Dios su Amor no tiene
límites, ama a todos. Dios es también, Perdón, es Misericordia y perdona lo
mucho y lo grande, lo mucho y lo poquito. Dios es Libertad, el totalmente
Libre, para amarnos, perdonarnos y para servirnos. Evangelizar es predicar al
mundo que Dios ha redimido a los hombres en Jesucristo y que está perdonando
los pecados de ellos, y está cambiando
los corazones de piedra en corazones de carne y los está llenando de su Gracia,
y todo gratuitamente.
El que crea y sea
bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. La salvación que Dios nos
ofrece es gratuita e inmerecida, pero no es barata, a fuerzas Dios ni perdona
ni salva, todo es si tú quieres. Tú decides salvarte o perderte. La vida
cristiana es un don y es una lucha, pide conversión con esfuerzos, renuncias y
sacrificios. Por eso hemos de recordar lo que a Escritura nos dice a Todos:
Por
lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las
armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra
lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra
las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los
Espíritus del Mal que están en las alturas.(Ef 6, 10- 12) Satanás o el Diablo
no tiene poder sobre los que tienen fe, esperanza y caridad, sólo, tiene poder
sobre el mundo tenebroso, sobre el hombre que está en pecado y quiere permanecer
en esa situación. Por eso Jesús nos ha dicho: “Vigilad y Orad para no caer en
tentación.” (Mt 26, 41) “Estén preparados, ceñíos vuestros lomos y encended
vuestra lámparas (Lc 12, 35) Se da entonces la lucha entre el Ego y el Amor,
entre las Virtudes y los Vicios, entre el Bien y el Mal. En esta lucha, podemos
vencer al poner nuestras preocupaciones en Cristo y decir: “Todo lo puedo en
Cristo Jesús que me fortalece” (Flp 4, 13)
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